jueves, 22 de mayo de 2008

Profunda preocupación

Hola a todos. Quise ver en la tardenoche de ayer la final de la Championleague y con gran sentimiento no pude verla. Veintidós semidioses de la Gran Bretaña, once y once, con unos controladores del duelo que alzan banderas y tocan pitos en lugar de trompetas, se batían en duelo por conseguir la codiciada copa para el equipo, cuya camiseta y escudo portaba cada uno sobre sus aguerridos pechos. En campo de Moscú fueron a luchar por la victoria y, ¡oh desgracia! no pude verles porque los dioses malignos estropearon la señal audiovisual. Quedé entonces de una pieza; pensativo, temiendo lo peor, augurando la catástrofe que se me avecinaba; desazonado, inquieto, desarbolado; casi no pude dormir en la noche. ¿Y si...?



Pensaba, y no acababa, en el problema que se me viene encima. Y si no se arregla? Y si demoran los malvados en buscar la solución? Si no encuentran las piezas necesarias, qué será de mí? ¿Cómo podré superar el trauma del desencuentro y levantar cabeza contra la adversidad? Preguntas y más preguntas en mi cabeza mientras mi cuerpo daba vueltas entre sábanas que cada vez eran más pesadas. Calor y sofoco; angustia y miedo...



Porque en tres días, el sábado a la tarde, se decide el honor nacional; porque para todos nosotros, vivientes en la piel de toro que llamamos España, será el día soñado. No se tratará esta vez de un simple acontecimiento deportivo, no será nuestra escuadra de balompié la que se bata con otro equipo extranjero, no será el tenista quien nos haga suspirar con su hercúleo brazo, no será el aro el que impida las canastas de nuestros altos jugadores de baloncesto.



No. Es algo más profundo, más nuestro, más del pueblo. El sábado a la tarde, todos pendientes de la pequeña pantalla o de las pantallas gigantes colocadas estrategicamente por el País. Que no quede nadie sin verlo. Que el pueblo se entusiasme y ría, que aplauda y se desmelene, que llore y que suspire; que cante, baile, aplauda, se desgañite y pene.



El sábado, queridos míos, es el gran día. Nuestro Chiquilicuate, héroe de siempre y del momento, luchará por nuestro orgullo patrio y la audiencia será increíblemente alta: jóvenes y adultos, nietos y abuelas, hombres y mujeres, todos a una como en Fuenteovejuna, estaremos pendientes del veredicto. ¡Espein, tu poins!. ¡Espein, uan poin!. ¡Y habremos ganado en Eurovisión!



Y en este punto llega otra vez mi profunda preocupación: ¿Y si...? Y una lágrima agridulce de desamparo y esperanza se desliza mansamente por mi mejilla.



Te deseo un buen día.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En estos tiempos en los que los informativos de televisión e incluso los programas de divertimento se han convertido en sustitutos del extinto periódico "El Caso"; en estos tiempos de estrés y crispación, se agradece tu humor agridulce, o cualquier tipo de humor, incluso el humor crítico y desvergonzado de un programa del Canal 6 que ha retado a las componendas políticas de Eurovisión. Me ha hecho mucha gracia tu "humor sense". Oti.

Anónimo dijo...

Hola Angel, Me gusta recibir mensajes y te agradezco el tuyo. Me sorprende lo bien que escribes y me agrada muchísimo saber que tu amas las palabras, amas la narración y amas la poesía... Tu comentario me da pié para mi entrada del blog de hoy.
Realmente el lenguaje, para mi, ha sido todo tras mi nuevo nacimiento. Date cuenta de que todo empezó con mi carta a El País, que fué seleccionada como una de las mejores en sus veinticinco años de historia, imagínate, yo alucinaba...Aunque siempre escribí un diario,... y así empezó mi caminar por la escritura, pero sin embargo, la vista es lo que peor tengo, por culpa de mi accidente. Y van casi dieciséis años...

Un saludo de mi parte