jueves, 22 de enero de 2009

La Pasión

Ah, pensamiento mío,
¿a dónde irás,
dónde encontraré solaz?
¿Me quedaré aquí,
o anhelo dejar tras mi
montañas y colinas?
No hay consejo en el mundo,
y en el corazón
se aposenta el dolor
por mis fechorías,
porque el criado ha
negado a su Señor.


Aria - Tenor

Hola a todos.


La buena música, clásica o no, es uno de los placeres que podemos gozar los humanos. Ya he dicho en otras ocasiones que disfruto escuchando Radio Clásica y añado que no asisto a conciertos con frecuencia por aquello del vil metal que difícilmente llega para otras necesidades. Quizá en la lista de éstas debiéramos poner tras las vitales aquellas cosas que sirven al espíritu: por desgracia las vamos relegando siempre a un último lugar. A lo que iba: aprovechando un taller de la Universidad de Las Palmas en colaboración con el XXV Festival de Música estoy asistiendo -con precios asequibles para estudiantes- a algunos de los conciertos de este año. Concretamente he ido a tres y aún me quedan cuatro más. Es una bicoca que me resarce de tantos años en que he visto pasar tantos festivales de largo por ser inasequibles para mí.


En dos de los tres conciertos he disfrutado con la música de La Pasión según San Juan. En la primera la versión moderna (mitad del s.XX) de Sofía Gubaidulina nacida en la antigua Unión Soviética. Magnífica fue la interpretación de la orquesta y coros, orquesta para mí hermosa por lo grande con un montón de instrumentos perfectamente llevados por su director Valeri Gergiev. Instrumentos de cuerda, viento y percusión e incluso el órgano del auditorio. Impresionantes los solos de tambores, o de los bombos en aquellas partes en que se narra los cruentos momentos de la Pasión de Cristo, con redobles que retumban como truenos en el silencio impresionante del Auditorio y preciosos los momentos en que la orquesta, creo que al completo, toca con la participación del órgano mientras la coral canta.


La segunda vez encontré a la orquesta como más asequible a mis dificultades de audición. Menos instrumentos, en este caso violines, flautas, violoncellos, fagot y contrabajos y dos clavicémbalos o claves, uno de éstos tocado por el director Massaaki Suzuki, que estuvo genial. En este caso la Pasión era de Juan Sebastián Bach con una preciosa música barroca. Pude gozar sin problemas del canto de los diferentes solistas y por supuesto con el magnífico coro de una veintena de maestros. Fueron casi tres horas (descanso incluido) que pasaron en un santiamén y el final fue apoteósico con un público volcado en largos aplausos reclamando tal vez la repetición de la última y fenomenal parte del concierto.

El primer concierto, de Sofía Gubaidulina, estuvo a cargo de la Orquesta y Coro del Teatro Mariinsky de San Petersburgo II, y el segundo de Juan S. Bach fue ejecutado por el Bach Collegium Japan II.

P.S. He incluido en mi Tarjetero el enlace con el blog de Ángeles Mastetra (del País.com). Me ha cautivado la elegancia con que esta mujer escribe, su facilidad de palabras, su forma de llegar al fondo de los temas que plantea y la forma en que los trata. Quizás leyéndola con frecuencia pueda ganar yo una maestra admirable y a lo mejor, a ti querido amigo, pueda también llegar a gustarte.

Te deseo un buen día.

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