martes, 3 de febrero de 2009

De minifaldas y otras cosas

La belleza exterior no es más que el encanto de un instante.
George Sand

Hola a todos.

Leo en la red que fue en Nueva Zelanda en 1893 en donde se aprobó el primer sufragio femenino sin restricciones, gracias al movimiento liderado por Kate Sheppard. Este derecho al voto de la mujer no llegó a España hasta 1931, en la Segunda República, y fue Clara Campoamor quien lo defendió en el Congreso oponiendo razones elocuentes en contra de quienes opinaban lo contrario, con tan peregrinos argumentos como el que dice "porque las mujeres son histéricas por naturaleza" o este otro que pedía postergarlo "hasta que las mujeres dejaran de ser retrógradas".

A estos hitos importantes en el devenir histórico del reconocimiento de la mujer en la vida política, ocurridos en años en que yo no había nacido, se unen otros más domésticos y recientes que vinieron a revolucionar sin duda el vestir de las féminas en el siglo XX, dándoles por supuesto mayor libertad y siendo unos pasos añadidos en la lucha por la igualdad de mujeres y hombres. Me refiero a tres sucesos: la creación por parte de la diseñadora de modas británica Mary Quant de la minifalda en plena revolución sexual en los 60, la llegada del bikini en 1946 de manos de Louis Reard (si bien esta prenda se conocía ya en la antigua Roma) y el uso por parte de la mujer de los pantalones.

Las dos primeras prendas, la minifalda tiene una vida digamos que poco intensa pues solamente es usada en determinadas ocasiones y no está demasiado extendida mientras que el bikini tiene un mayor número de seguidoras aunque naturalmente en ocasión y sitio de baño tanto en playas como en piscinas. Pero la vestimenta que ha arraigado con todos los honores, en horario de mañana, tarde o noche, en uso cotidiano informal o en salida a teatros y conciertos, en una variedad de confección y colores para gusto de todas las mujeres jóvenes o mayores, es el pantalón. Esta es la pieza en que no encuentro la fecha de llegada. En mi opinión llegó a España avanzados los años cincuenta siendo primero una minoría, como siempre, las atrevidas que consentían en salir con ellos a la calle con el consiguiente enfado muchas veces de sus parejas.

Con su advenimiento se acabaron las frases machistas de "¡yo soy el que llevo los pantalones!" o "¡yo, me visto por los pies!". Mucha agua ha corrido desde entonces, y aquellas jovencitas que vieron nacer esta prenda en tiempos de la inseparable falda mujeril (en aquellos tiempos para olvidar en que era necesario el velo en la cabeza y llevar los brazos cubiertos para entrar a las iglesias) son hoy abuelas o madres de familia que han adoptado como suyo este cómodo atuendo.

Pensaba yo en estas cosas a raíz de un comentario oído a la profesora de Antropología en la Universidad, que dijo en clase: "en España pasamos del refajo a la minifalda en muy poco tiempo". Razón que tiene, y quienes lo vivimos podemos dar fe de ello.


Te deseo un buen día.






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