jueves, 25 de junio de 2009

Poesía urbana

Hola a todos. En la víspera de San Juan, noche mágica en la que el fuego es el protagonista casi único, tuvo lugar en la Plaza de las Ranas, convocado por el departamento de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, un encuentro de poetas y aficionados a la poesía. Su lema, Lectura de Poesía Urbana, contó con la participación de más de cuarenta lectores que durante más de dos horas estuvieron declamando poemas varios de poetas de habla española en su mayoría pues solamente uno, según recuerdo, fue leído por un joven árabe y traducido inmediatamente al español. No faltó la lectura por parte de una niña a pesar de la hora y como dato significativo pudimos contar también con la de una chica y un joven ciegos que tuvieron que hacer uso para la lectura del alfabeto Braille.

Este acto, que se une a los ya habituales de lectura de cuentos como son el Maratón de Cuentos que tiene lugar en esta plaza y el de Cuentos Eróticos que empieza aquí para seguir por los recovecos de Vegueta, busca ocupar un lugar que ayude a dinamizar los encuentros culturales en este encantador lugar de la ciudad junto a la biblioteca insular. De nuestro Tomás Morales dio lectura una señorita de forma clara y pausada, dando la entonación precisa, el poema que canta a la calle Mayor de Triana, arteria aorta de nuestra ciudad, que dijo el poeta.

Al no contar yo con dicho poema, y como quiera que Tomás Morales es igualmente el cantor del sonoro Atlántico, copio de él esta otra poesía:

Puerto de Gran Canaria sobre el sonoro Atlántico,
con sus faroles rojos en la noche calina
y el disco de la luna bajo el azul romántico
rielando en la movible serenidad marina.

Silencio en los muelles en la paz bochornosa,
lento compás de remos, en el confín perdido
y el leve chapoteo del agua verdinosa
lamiendo los sillares del malecón dormido.

Fingen en la penumbra fosfóricos trenzados
las mortecinas luces de los barcos anclados
mirando entre las ondas muertes de la bahía.

Y de pronto, rasgando la calma, sosegado,
un cantar marinero, monótono y cansado,
vierte en la noche el dejo de su melancolía.

Te deseo un buen día.

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