miércoles, 25 de noviembre de 2009

La hierba

Hola a todos.
Siento simpatía por la humilde hierba. Aunque humilde y desvalida la hierba crece independiente de la voluntad del hombre y manifiesta su belleza verde en cualquier lugar en donde encuentre un asidero para la vida. Hoy, al salir con Pancho, he visto que están cortando la 'mala' hierba en el parque y este hecho me produjo un efecto extraño. De una parte la razón me dice que hay motivos para arrancarla de raíz pero el sentimiento me grita que debemos defenderla. Van los jardineros con los sachos excavando en la tierra y quedan los yerbajos tirados en espera de que los recojan y los lleven a la basura. Los arrancan, dicen, porque son perjudiciales para las otras plantas: para los árboles airosos que alzan sus copas hacia el cielo; para los arbustos que dan vistosidad al entorno; para el césped (hierba indultada por parecer una alfombra allí donde lo plantan y miman); para las flores. Muy pocas hierbas 'malas' tienen flores. Hay una sin embargo, que crece en el parque, que tiene dos: una de estas flores es de un amarillo intenso, como un boliche, y tan preciosa que llama la atención inmediatamente, y la otra, blanca y esponjosa, a la basta un simple soplo de aire para esparcir pequeños filamentos que generarán nueva vida. Me duelen las hierbas cuando las piso y por otra parte me reconforta el saber que las humildes plantas no se achican y que volverán a crecer para alegrarnos la vista.



Te deseo un buen día.

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