miércoles, 9 de diciembre de 2009

La chuleta

Hola a todos.
No hay una buena chuletada sin unas buenas chuletas. Verdad de Perogrullo, diría yo. Las chuletas han de estar en su punto, descongeladas y nada duras, y con la salsa suficiente para que se hagan bien. Necesita la chuletada un buen fuego que no tenga las llamas altas siendo más recomendable las brasas que van quedando en la barbacoa, suficientes para que la carne quede en su punto, sin quedar requemada ni tampoco cruda. La chuleta debe tener buen aspecto, o sea debe comerse con los ojos. Para ello es elemental que esté bien aderezada. Y por supuesto el olor debe ser tal que resucite a un muerto si por los alrededores se acercara.

Escribo hoy de la querida chuleta porque oí una noticia que me sobresaltó. Ni más ni menos me vino a decir el informante que parte de la culpa del cambio climático lo tiene las vacas. Al parecer, no niego ni afirmo, cada una de estas pacientes amigas que nos proveen de leche y de estupenda carne expulsan con sus plastas una cantidad de CO2 igual al de un automóvil que recorra, no recuerdo bien, unos 2000 kilómetros. Y aquí tenemos el lío montado. A alguien se le ocurre decir que menos comer chuletas. Bueno, no nombra el buen hombre a las chuletas pero en seguida se le ve por donde van sus tiros. Dice, y no se ríe para decirlo, que debemos comer menos carne porque así tendremos menos vacas y así tendremos menos CO2 y así...

Ignoro si éste será un tema de debate de los mandatarios de los cerca de 200 países que están reunidos en Copenhague para asistir a la cumbre por el cambio climático. Ignoro también por supuesto si estos y estas sesudos políticos estarán deshojando la margarita con el sí o el no de poder comer carne de vacuno: (me quieres sí, me quieres no, mucho, poco o nada). De momento, y por si acaso, pienso apuntarme a la primera chuletada que me salga en el camino. Quedas invitado.

Te deseo un buen día.

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