Muy cerca de Lourdes se encuentra Cauterets, villa situada entre dos torrentes pirenaicos y rodeada de altas montañas cubiertas de árboles en el corazón de los Pirineos franceses. Así nos decían en el programa del viaje y por supuesto estábamos deseosos de ir a este sitio con aguas termales ya conocidas desde época romana y famosa y concurrida en la Belle Epoque. Y no quedamos defraudados. Es un sitio muy bonito que tiene todo lo prometido y aún más. Gozamos de la nieve en la que jugamos como niños, -incluso hice un aprendiz de muñeco al que le pusimos una bufanda-, y nos fotografíamos para dejar constancia del momento. La villa es pequeña y muy agradable en la que estuvimos paseando unas horas. Pena que para un paseo en tartana nos pidieran cincuenta y cinco euros, ¡una barbaridad para un pobre jubilado!, por lo que tuvimos que desistir de hacerlo.
Pau, del distrito de Bearne, es una ciudad interesante en la que vimos tres cosas que no nos podíamos perder: el castillo, la iglesia y el boulevard de los Pirineos. El castillo data del siglo XIV y fue construido en tiempos del conde de Foix siendo posteriormente acondicionado como palacio renacentista y convertido en una gran centro intelectual europeo. La iglesia cuenta con una esbelta torre y unos bonitos medallones. Pero lo más llamativo fue sin duda la vista de la cordillera pirenaica desde el boulevard, desde el que puede verse una cantidad enorme de picos, nevados en estos días para nuestro deleite, y puestos aquí seguramente para nosotros por los dioses.
Te deseo un buen día.
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