viernes, 2 de julio de 2010

Temblores

Hola a todos.
Mi cuerpo es todo temblor. Mis manos, sobre todo mis manos, tiemblan. Los dedos agitados por cientos de demonios se mueven por el teclado desobedeciendo las órdenes de escritura que parte de mi cerebro. En la pantalla aparecen letras que no he querido escribir y no aquellas que he elegido para formar las palabras. Con ímprobos esfuerzos, agarrando mi mano izquierda con la derecha, consigo al fin poner el nombre de nuestro héroe nacional: * d a v i d * . Es un nombre bíblico de un hombre, que, al igual que aquel que designó Yahveh para vencer al filisteo, ha conseguido batir sobre el terreno de lucha a cancerberos gigantes que trataban de defender sus porterías como el perro mitológico de tres cabezas defendía y guardaba la puerta de los infiernos. Mis manos tiemblan. La emoción me embarga. Mañana, nuevamente mañana, tendremos una nueva cita para con la historia. Ya veo a los públicos con sus rugientes vuvuzelas aclamando la hazaña de nuestro pequeño pastor frente al gigante Goliat de turno. ¡David ha marcado! ¡David ha conseguido otra vez la proeza!, gritarán las masas, aclamarán las radios, será noticias en las televisiones. Terminada de escribir la última palabra de esta entrada, iré a prepararme un agua de tila con manzanilla. Quiera Dios que me aquiete los nervios.

P.D. Querida Yolanda, en mi vida creo haber visto tan sólo tres partidos de fútbol en vivo y en directo. Y algunos con zapping por la tele; me aburren. No obstante sigo con entusiasmo e interés los avatares de nuestra Selección en los Mundiales, y mañana estaré posiblemente siguiendo la eliminatoria con Paraguay, con miles de aficionados, frente a una pantalla gigante que el Ayuntamiento ha instalado en el Parque de la Música de mi ciudad. Ya seguiré contando.


Te deseo un buen día.

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