viernes, 3 de septiembre de 2010

La barriga

Hola a todos.
No mentiré a ustedes si les digo que cuando yo era apenas un jovenzuelo imberbe que trataba de abrirme un hueco en esta vida, la barriga, mi barriga para ser exacto, ya me daba la lata. Molestias o dolores, y más molestias y más dolores, me han acompañado desde entonces acá y esta enfermedad inexistente pasó a ser un tema tabarrónico en mis conversaciones hasta que el infarto vino a dejarla en un segundo plano. Ahora creo, y espero, que ya no mortifico a mis amigos con mis supuestas jaquecas estomacales. Bastante me han aguantado hasta el momento. Pero, -siempre hay un pero-, me encuentro en estos días playeros con un nuevo motivo de preocupación. Permítanme por tanto que lo comporta con todos ustedes. De un tiempo a esta parte, la báscula me viene advirtiendo de que me estoy acercando inexorablemente a una barrera en mi masa corporal, o peso, o como quiera que se llame, de la que me será muy difícil retroceder. No quiero mortificarles con el dato exacto. Les supongo lo suficientemente perspicaces para adivinarlo deteniendo la mirada aunque sólo sea unos segundos en la fotografía que acompaña esta entrada. Les aseguro que soy yo, y mi sombra. Y mi barriga, claro.
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Te deseo un buen día.

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