jueves, 17 de marzo de 2011

El patio

Hola a todo.
En el Patio de los Leones no estaban los leones, ni la fuente. Si bien lo sabía (aunque no me acordaba) me llevé una gran desilusión pues esperaba ver en verdad la hermosa estampa querida desde siempre: la taza preciosa descansando en la docena de leones
que lanzan el agua por sus bocas en un círculo perfecto. Tenían a los leones en una sala contigua en una labor de restauración que por lo que vimos está casi acabada. Tienen ahora un color blanco, casi inmaculado, tras un proceso para quitarles la pátina del tiempo, y en la sala, unos paneles dan cuenta del trabajo minucioso para conseguirlo.

Según ascendíamos hacia La Alhambra la arboleda a ambos lados de la carretera ya nos anunciaba la belleza del lugar. Luego pudimos ver que el conjunto arquitectónico está en medio de un vergel con árboles, jardines, setos y fuentes. Subimos hasta el Generalife y desde aquí comprobamos que la vista es genial. Claro que no sabemos en donde está cada cosa y nos dejamos arrastrar por entre un torrente de personas siempre asistidos por nuestra guía. Nos dicen que allí está la Alcazaba y más allá, o más acá, los Palacios Nazaríes.

Pasamos ante el Palacio de Carlos V hacia los Palacios Nazaríes a los que hay que llegar a la hora prefijada. Y recorremos éstos con mirada de asombro. Pienso en cómo serían con alfombras y muebles y cuanto esplendor no tendría con bellas mujeres recorriendo sus salones. Me asomo a los pequeños patios
recónditos que cobijan alguna fuente y me hago a la idea de oír por entre las ventanas y paredes el canto de pájaros de lindos colores. ¿Pájaros canarios, quizás?

Me dicen que las hendiduras de los arabescos de las paredes estaban cubiertas de oro. Es posible, ¿por qué no? El arte árabe es refinado como muestran los techos de madera y los muros llenos de decoración caligráfica. Y en esta decoración puede leerse varios poemas, uno de ellos dedicado a la taza de los leones, según leo en internet:


«Bendito sea Aquél que otorgó al iman Mohamed
las bellas ideas para engalanar sus mansiones.
Pues, ¿acaso no hay en este jardín maravillas
que Dios ha hecho incomparables en su hermosura,
y una escultura de perlas de transparente claridad,
cuyos bordes se decoran con orla de aljófar?
Plata fundida corre entre las perlas,
a las que semeja belleza alba y pura.
En apariencia, agua y mármol parecen confundirse,
sin que sepamos cuál de ambos se desliza.
¿No ves cómo el agua se derrama en la taza,
pero sus caños la esconden enseguida?
Es un amante cuyos párpados rebosan de lágrimas,
lágrimas que esconde por miedo a un delator.
¿No es, en realidad, cual blanca nube
que vierte en los leones sus acequias
y parece la mano del califa, que, de mañana,
prodiga a los leones de la guerra sus favores?
Quien contempla los leones en actitud amenazante,
(sabe que) sólo el respeto (al Emir) contiene su enojo.
¡Oh descendiente de los Ansares, y no por línea indirecta,
herencia de nobleza, que a los fatuos desestima:
Que la paz de Dios sea contigo y pervivas incólume
renovando tus festines y afligiendo a tus enemigos!»

Te deseo un buen día.

1 comentario:

Felipe Tajafuerte dijo...

Me has despertado la nostalgia del viaje que realicé hace ya años visitando esos lugares que ahora estás contemplando tu. Buen viaje y un saludo cordial.