domingo, 10 de julio de 2011

De reinas y castillos

Hola a todos.
El castillo de Edimburgo domina orgulloso el territorio a su alrededor. Desde él, asomados a sus almenas, podemos ver a lo lejos las gentes que se aproximan con el paso lento y cansado de hombres y cabalgaduras. Unos son amigos a los que dar la bienvenida. Otros, enemigos a los que mantener a distancia. En las almenas, los cañones están preparados para escupir balas y fuego, y los soldados se mantienen vigilantes y dispuestos para prender la mecha que los hará resoplar. Mientras, en la pequeña capilla se entonan cantos de alabanzas y se pide por el monarca y por la paz.

El castillo está construido sobre una montaña de granito y sus muros muestran el paso implacable del tiempo y la solidez de sus estructuras. Recio y fuerte parece mirar al futuro con ganas de eternidad y solo una cosa en su interior muestra el corazón amable de sus guerreros moradores: el pequeño cementerio (minúsculo trozo de césped en medio del gris de los edificios) en donde enterraban a las mascotas del regimiento y a los perros de los oficiales.






El palacio de la reina por el contrario está en el llano. Aquí podemos ver a su alrededor amplios jardines que antaño se enseñoreaban de todo el valle y podemos escuchar, aguzando el oído, los cuernos de caza con los que damas y caballeros van en pos del corzo o del ciervo sobre monturas engalanadas. Imponen sus muros, sus galerías y cámaras, y sobre todo imponen los retratos, oscuros por la acción del tiempo, de reinas y reyes que desde hace siglos han tenido en esta mansión su residencia.

Desde lo alto de una colina cercana la visión del palacio y alrededores presentará, seguro, una vista inmejorable. Nos faltó subir a ella en esta ocasión. A este Palacio Holyrodhouse que en sus orígenes fue abadía Agustina y que en la actualidad ha quedado muy cercano a la universidad de Edimburgo, y que justo enfrente tiene el Palarmento, acude aún, y lo toma como su hogar, la Reina de Inglaterra en sus visitas oficiales a Escocia.




Te deseo un buen día.

1 comentario:

Francisco Espada dijo...

¡Hermosa reseña! Es una suerte que los amigos viajen, siempre que luego den cuenta de sus andanzas. Saludos.