jueves, 21 de julio de 2011

El castillo y el monumento

Hola a todos.

En horas de la mañana nos trasladamos a Stirling, importante localidad cercana a Edimburgo y unida a ésta por una excelente red de autopistas que recorrimos bajo una ligera llovizna. Pasamos junto a la ciudad y sin entrar en ella subimos para visitar el castillo del mismo nombre que se halla en la colina. La impresión primera que me llevo al verla es que estamos ante una formidable fortaleza que une la seguridad castrense con la belleza de una sencilla construcción. Posiblemente quedo subyugado por el hecho de que siga lloviendo cuando llegamos y de que el paisaje desde aquí arriba parece querer cobijarse bajo las paredes del castillo.

Sin prisas vamos visitando las distintas dependencias y para ello pasamos por
patios, subimos escaleras, recorremos pasadizos y nos recreamos en estancias dispuestas para que mayores y pequeños -sobre todo los pequeños- lo pasemos agradablemente bien. Son alrededor de ocho habitaciones a un lado y otro de un pasillo abierto al frío que se cuela inclemente, en que nos muestran aparatos de música de la época en que el castillo se construyó (siglo XII a XIV), trabajos de talla en madera, formas de obtener los colorantes, como confeccionar las ropas, y un completo surtido de trajes para sentirnos escoceses de verdad y hacernos las fotografías de rigor.



En una de las plantas, una colección de armas y uniformes de un Regimiento del Ejército Británico, el Argyll and Sutherland Highlanders Regiment, es un magnífico museo que nos lleva a través de la Historia por la bravura de estos montañeses. (Pena que no estaba permitido hacer fotos). También es de destacar la amplia Capilla Real con precioso artesonado de madera y el Gran Salón en donde dan el espaldarazo a quienes conceden el título de Sir en Escocia con interesante colección de fotografías, y ¡cómo no! la Batería Mayor en las Murallas del Castillo con los amenazantes cañones negros.




En otra colina cercana al castillo de Stirling, bien visible desde lejana distancia, está el Monumento Nacional a William Wallace, personaje real que parece salido de las leyendas de las tierras altas. Por vengar la temprana muerte de su esposa vilmente asesinada y por defender la independencia de su pueblo, se opuso, en inferioridad de condiciones, al ejército del despótico rey inglés Eduardo I. Sus hazañas terminaron con su decapitación pero no con su memoria, y a ello contribuye este soberbio monumento.

P.S. Si no la han visto, intenten ver la película Braveheart. Narra en versión cinematográfica la sublevación de Escocia frente a Inglaterra liderada por William Wallace. Merece la pena e ilustra lo que he pretendido contar.

Te deseo un buen día.

4 comentarios:

Mary dijo...

Preciosas fotos y muy bonita narración, Miriam dice que su abuelito escribe muy bien. Lo mejor, la foto de la reina de Escocia, jeje.
Besos.

Felipe Tajafuerte dijo...

Creo que he visto la película, si no me equivoco, protagonizada por Mell Gibson. Un saludo

Francisco Espada dijo...

Prosigue ti viaje y yo te sigo de cerca, como tus zapatillas te leo en los descansos. Saludos.

Chelo dijo...

Hola, mientras tu estás en Edimburgo nosotros hemos visitado tu tierra , pues no la conocíamos y ahora por lo menos tenemos una idea de lo bonita que es . Un saludo