domingo, 15 de julio de 2012

El muchacho

Hola a todos.
El muchacho estaba en el parque cuando me encaminaba por uno de los pasillos con Pancho, el perrillo mío que me saca a pasear. Yo aun, pensando en mis cosas, no había reparado en él; a quienes sí había visto era a los cuatro policías. Llegaban como otras veces con aire marcial, uniformados con sus trajes de campaña. Habían dejado el coche celular junto a la acera y se disponían a hacer una rueda de reconocimiento. En otras ocasiones, los agentes encuentran un grupo de muchachos y de muchachas que están charlando. Esta vez era tan sólo uno el que se encontraba en el parque y pensé que, seguramente, se llevarían una decepción: que darían una vuelta mirando a los árboles y tratando de encontrar entre las ramas a los pájaros cantores. Pensé mal. Se dirigieron a donde estaba el joven sentado leyendo un libro. Lo rodearon. El muchacho se puso de pie. Los cuatro hombres uniformados formaron un cuadrado. Cada uno en uno de los vértices del cuadrado imaginario. Parecía como si quisieran llevarlo bajo palio. El joven sacó sus documentos que le acreditan como ciudadano y los entregó a uno de los agentes que tenía enfrente. Éste habló durante un raro con su celular. O su móvil, vamos. Y al poco devolvió los papeles al asombrado -supongo- joven, que volvió a sentarse en los escalones que forman como un anfiteatro frente a la fuente. Y abriendo su libro, volvió a su pacífica lectura.

Yo, asombrado, me quedé rumiando para mis adentros: ¿a qué tanto celo? ¿para qué tal manifestación de fuerzas? Seguí mi camino, junto a Pancho, moviendo atontado mi cabeza.

Te deseo un buen día.

3 comentarios:

Felipe Tajafuerte dijo...

A veces las fuerzas de orden público hacen tonterías, no se sabe si de motu propio o mandados por alguien que quiere imponer su autoridad. Un saludo desde mi mejana

Oti dijo...

A veces, algún "vecino graciosillo" llama a la policía para decir que están vendiendo drogas o armando algún escándalo para apartarla de donde de verdad hace falta. O para reírse de los mismos policías. No creo que un mando ordene a una patrulla ir a identificar a uno que lee en un parque de un barrio tranquilo, habiendo lo que hay por ahí.

Ángel (tha) dijo...

En este país todo es posible. A mí, personalmente, no hace tanto tiempo, los agentes de seguridad de la biblioteca del estado me invitaron a marcharme del espacio elevado delante de la puerta principal del edificio donde, por asombro supongo de los susodichos, ¡estaba leyendo un libro!
Al parecer cuando la biblioteca está cerrada no se puede estar en la zona exterior (quizás por riesgo de contagio o algo similar)
A su favor tengo que decir que era domingo, y un día con calor, especialmente bueno para ir a la playa; por lo que entiendo la perplejidad de las agentes de seguridad. Es que los domingos serán para descansar y no para leer.