domingo, 19 de agosto de 2012

El elefante

He descubierto que soy tal cual el elefante,
una parte de mí aprende, la otra ignora lo que
la otra parte aprendió, y tanto más va
ignorando cuanto más tiempo va viviendo.
Subhro o Fritz, en El viaje del elefante.

A Chelo, ( http://chelodelatorre.blogspot.com.es/ ) a quien quiero acompañar con las palabras en su viaje por Portugal.

Hola a todos.
Leo en estos días uno de los últimos libros escritos por José Saramago. Escrito en la isla de Lanzarote -la isla de los volcanes- en la que decidió vivir sus últimos años. Su título, El viaje del elefanteLo leo con fruición, esperando ver que pasa en cada uno de los nuevos capítulos  a los que llego. Y no pasa nada. Bueno, no pasa nada del otro mundo. Ni tampoco nada del mundo actual pues la acción de la novela la sitúa Saramago en tiempos pretéritos. En años en que reinaban en Portugal don Juan tercero, y Catalina, su mujer, mientras en España era regente su alteza real el archiduque Maximiliano, yerno de Carlos quinto. Y no es nada del otro mundo, tenemos que convenir, que a la reina Catalina se le ocurriera regalar al archiduque un elefante -salomón o solimán- que había llegado de la India hace dos años y que durante este tiempo no ha hecho nada más que comer y dormir.

La primera parte del viaje que se corresponde más o menos con la primera mitad del libro (hasta donde yo he llegado) transcurre por tierras portuguesas. Desde Lisboa a Figueira do Castelo Rodrigo. Por caminos que podríamos decir de cabras va la caravana en la que no falta por supuesto salomón -el elefante- ni subhro, el cornaca, a quien acompañan dos ayudantes y otros cargadores y una treintena de soldados que cuidan de que la misión encomendada llegue a buen fin. Y tampoco faltan los hombres que se ocupan de los bueyes que arrastran el carro en donde llevan heno suficiente y una tinaja grande con agua para el paquidermo.

Sin temor a equivocarnos podríamos afirmar que durante estos días no pasa nada. Se camina por sitios en donde no vive nadie o en donde la gente ha desaparecido por temor al elefante. Animal del que han oído hablar pero al que no han visto nunca. Gracias a que los expedicionarios encuentran alguna aldea en la que pueden recibir ayuda y descansar. Y gracias a que los lobos ibéricos que avistan no les atacan, considerando seguramente éstos que es muy grande la caravana de caballos, bueyes, elefante, y más de cincuenta hombres entre soldados, boyeros y cargadores, además del cornaca.

Te deseo un buen día.


4 comentarios:

Chelo dijo...

¡Qué sorpresa! Muchas gracias por esta de dedicatoria.

Nuestro primer viaje a Portugal fue en el 1980 y nos cuativó, su cercanía, sus paisajes y por qué no decirlo, sus precios.
En aquella época lo recorrimos
haciendo camping, lo que tuvo su dificicultad ya que las carreteras no eran buenas, desde entonces hemos vuelto varias veces unas, a conocer sitios nuevos, y otras a recordar los conocidos.
Un abrazo

Francisco Espada dijo...

Tengo dos motivos para regocijarme con esta entrada tuya: la dedicatoria a mi amiga Chelo y que hayas tratado el texto de Saramago, uno de mis autores preferidos.
Un abrazo.

Felipe Tajafuerte dijo...

Bueno, pues habrá que leer El viaje del elefante. Me lo has puesto apetecible. Un saludo

fus dijo...

Tomo nota del libro para pròximas lecturas. Gracias por compartir la informaciòn.

un saludo

fus