lunes, 23 de septiembre de 2013

En Tenerife

Hola a todos.
La semana última estuvimos en Tenerife alojados en el Puerto de la Cruz, sitio que no defrauda nunca. El hotel (Hotel Monopol), de estilo colonial nos parece, está frente a la iglesia de la Virgen de Francia, a una cuarta de la Plaza del Charco y a menor distancia del Paseo de San Telmo que discurre junto al mar; en este podemos encontrar la obra de César Manrique que lleva por nombre Lago Martiánez. En el hotel, el gusto por los detalles y la decoración solo es superado por la exquisita atención a los clientes; la iglesia es grande y es preciosa con una plaza junto a ella en la que entre flores varias, palmeras y dragos, hay una fuente con un cisne en piedra que parece nadar; la Plaza del Charco es cuadrada, elegante, fina, con más de una terraza en la que sentarse a tomar un batido de frutas naturales y ver pasar el tiempo sin agobios; el Paseo no es muy largo y en el, además de la pequeña ermita de San Telmo que es blanca y es pequeña. nos recrea la vista el juego incesante de las olas que rompen entre las piedras volcánicas; en el Lago Martiánez las palmeras te invitan a nadar en cualquiera de sus múltiples piscinas; y para el caso de que no te apeteciera nadar en el paseo encuentrarás terrazas y comercios de los mas variado en los bajos de los elegantes hoteles, mientras, en el otro lado, los pintores callejeros -verdaderos artistas- te proponen (sin decirte nada) una caricatura o una pintura-retrato del natural. Y ya por la noche, en la terraza del Café París puedes tomar una copa y bailar, con música en vivo, en compañía de la siempre recordada Marilyn Monroe.


Desde el Puerto de la Cruz las comunicaciones en transporte público son buenas. Nosotros nos fuimos a la ciudad de La Laguna, histórica ciudad que ha merecido el título de Ciudad Patrimonio de la Humanidad pues conserva sus calles cuadriculadas y sus casas tal cual, casi, como fueron trazadas y construidas en los años posteriores a la conquista de la isla por el Adelantado Fernández de Lugo. Cuadriculas y fachadas y patios y balcones que luego serían llevadas a algunas de las poblaciones que surgían en la América de los conquistadores.

No nos faltó la subida al Padre Teide. Intentábamos ascender hasta la cima en el teleférico. Yo me arrugué ante un cartel que pedía abstenerse a quienes tuviéramos problemas de corazón y me quedé con la magua de ir hasta la punta más alta de España (3.718 metros). Altura máxima de la que con toda su alma presumen los tinerfeños. Sí subió mi mujer y me cuenta. Y en mí se acrecientan las ganas de volver y hacer entonces caso omiso al cartel de marras. Desde arriba -me dice- el paisaje es inmenso con nubes por debajo de nosotros... y hasta pudimos ver entre ellas a las islas de La Gomera y de Gran Canaria, lo que es una maravilla...







Para quitar un poco mi magua volvimos andando desde la base del teleférico hasta el Parador por un camino que va por en medio de las piedras volcánicas. Dos horitas bien aprovechadas para disfrutar del paisaje agreste y bello con el Teide a nuestras espaldas y el cambiante color y luminosidad de las lavas y la cambiante vegetación que a estas alturas encontrábamos.




En fin, que volveremos y que subiré a la cima. Seguramente cuando, allá por mayo o junio, florezcan los tajinastes rojos junto al Parador de las Cañadas del Teide. ¿Por qué me los voy a perder?

Te deseo un buen día.      

3 comentarios:

Chelo dijo...

Hasta la cima hay que subir andandito y pedir permiso con anterioridad, los dmás se quedan donde les deja el teleférico que fue donde yo esperé a mi marido.
En cuanto pueda vuelvo por alli. Un abrazo.

Francisco Espada dijo...

Pues si puedes, vuelve el año próximo y nos lo cuentas como ahora nos has contado esta experencia.
Un abrazo.

Felipe Tajafuerte dijo...

Eso lo tengo yo pendiente, espero poder hacerlo si no me retraso mucho.Un abrazo desde mi mejana