martes, 25 de marzo de 2014

Cuando vinieron

Hola a todos.
Alguien, en algún momento, (unos dicen que Bertold Brecht, otros que Martin Niëmoller) escribió estos sangrantes versos:


  • «Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
    guardé silencio,
    porque yo no era comunista,
    Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
    guardé silencio,
    porque yo no era socialdemócrata
    Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
    no protesté,
    porque yo no era sindicalista,
    Cuando vinieron a por los judíos,
    no pronuncié palabra,
    porque yo no era judío,
    Cuando finalmente vinieron a por mi,
    no había nadie más que pudiera protestar.»

Hoy he recordado estos versos pues hoy la crisis ha llamado con toques estremecedores a mi puerta: un hijo mío, con mujer e hijos, ha pasado a engrosar la larga fila del paro. Y yo tendré que decir hoy, copiando al poeta: cuando echaron del trabajo al vecino, guardé silencio, porque no era cosa mía; cuando hicieron tantos eres, guardé silencio, porque a mí ya no me afectaban; cuando aprobaron la reforma laboral (que hace sangrar a tanta gente en lo más hondo del alma), guardé silencio y no grité...

Hoy no callo pero temo que ya no hay nadie que pueda entender mi grito de protesta, callado y sonrojante. Un grito más, de los muchos que resuenan a diario, que muy posiblemente no oiga nadie.

Te deseo un buen día.

martes, 11 de marzo de 2014

Agradable lectura


Hola a todos.
Leer a Chéjov por primera vez, en su obra Mi vida, Relato de un hombre de provincias, ha resultado una experiencia la mar de agradable. Podría yo poner alabanzas al relato o hacer una crítica y seguramente quedaría en el ridículo de pasarme varios pueblos o de no llegar a ninguna parte, y ustedes, en el probable caso de que conozcan la obra por haberla leído o por leerla a partir de ahora, podrían acusarme de imparcialidad. Así que me limitaré a decir que Chéjov nos pone en contacto con la gente que vive una vida sin grandes sucesos en unos sitios sin mayores alicientes. Empezando por el protagonista, Misail, a quien sus amigos llamaban Miserias:

"Cierta vez en el mercado, solo me quedaba un estornino. Me pasé largo rato intentando venderlo, y al fin conseguí colocarlo por un kópek. "'Miserias, pero menos es nada!" dije para consolarme, guardándome la moneda y desde entonces los chicos de la calle y los compañeros del colegio me pusieron el mote de Miserias."

Junto a Miserias vemos a su padre y a su hermana, al ingeniero y a su hija, al pintor de brocha gorda, y también a las señoritas del salón de espectáculos de la localidad...

 "Formaban la familia la madre, una dama alta y flaca, delicada, que llevaba el pelo corto, chaqueta corta y falda lisa a la inglesa, y tres hijas a las que no se llamaba por su nombre sino sencillamente la mayor, la mediana y la menor."

Otros pocos personajes individuales entran y salen. Cada uno con sus problemas, sus vicios, sus virtudes, y sus sueños (si pudiéramos creer que tienen alguno). Pero el personaje colectivo de los mujiks es el que más me ha gustado:

"¿Creen que los mujiks son personas? Pues no, no lo son; son, y perdonen la expresión, unos animales, unos charlatanes. ¿Qué vida lleva el mujik? A el denle de comer y de beber, que el puchero le cueste cuanto menos y que en la taberna pueda empinar cuanto más el codo..."

Misail casó con Masha, la hija del arquitecto, y a su alrededor la vida seguía su curso.

Te deseo un buen día.

domingo, 2 de marzo de 2014

Tambores de guerra

Se cumplen en este años 2014 los cien años del inicio de una guerra que asoló a Europa, la Gran Guerra, la Primera Guerra Mundial, y hoy volvemos a escuchar tambores de guerra en el viejo continente. (Tambores que se suman a otros que resuenan insistentemente en otros lugares más o menos cercanos a nosotros). Ucrania y Rusia están abocadas a vérselas en los terribles campos de batalla si la providencia (que en estos casos parece estar ausente) no lo remedia.

¡Y nosotros celebrando los carnavales!  Dirán ustedes que a santo de qué vengo yo a mezclar una cosa con la otra. Es que... me justificaré... siempre he sentido estupor al leer en novelas y ver en películas como la gente se divertía en salas de fiesta, y otros lugares, ignorando la masacre que se cernía sobre Europa y el mundo durante la Primera y, sobre todo, durante la Segunda Guerra Mundial que ha sido más recreada. Era yo más joven naturalmente y no sabía de los entresijos de la naturaleza humana. No es que ahora sepa mucho. No señor. Pero algunas costras tengo ya conmigo debido a la edad que me ha hecho un tanto inmune.

Hablando de Rusia y de novelas les diré que en estos días leo una obra (que no llega a novela pues queda tan solo en relato) del autor ruso Anton Chéjov. Su título: Mi vida (Relato de un hombre de provincias). Aun he avanzado poco en su lectura pero es lo suficiente para saber que en ella Chéjov retrata a los pobres rusos de su época con sus calamidades y sus miserias morales y materiales. Lo que narra (sacado de la realidad que el veía) tenía lugar a finales del siglo diecinueve. De entonces acá ha llovido mucho pero me temo que los hombres sigamos siendo tan testarudos como entonces. Tanto como para tener que presenciar el lío monumental que puede armarse entre ucranianos y rusos, lío que puede extenderse por el resto de Europa.

Te deso un buen día.