jueves, 10 de julio de 2014

Paseo en libro

Hola a todos.
Hemos iniciado un nuevo paseo, esta vez en un libro. El libro, una novela de Juan Cobos Wilkins, como si de un tren se tratara, nos lleva nuevamente por la sierra de Aracena en donde la tierra nos muestra su corazón. Así, el libro, la novela, tiene por título El corazón de la Tierra que nos hace presagiar un viaje hacia adentro, hacia las profundidades. Nos dieron razón del libro, de su existencia y de su idoneidad, en el paseo que hicimos alrededor de las minas de Ríotinto. Nuestra guía en el viaje nos habló de él cuando nos contó de la muerte de un centenar de mineros, asesinados por las fuerzas del Regimiento de Pavía llamadas por el gobernador civil de entonces de Huelva, cuando se manifestaban en una huelga por las condiciones ambientales de su trabajo que estaban enfermando a los mineros y a sus familiares. Estos luctuosos sucesos tuvieron lugar en 1888 cuando las minas estaban en explotación por la Ríotinto Company Limited, compañía fundada por un consorcio inglés.

Hemos iniciado el paseo pensando con aprensión en cuantas cosas negras nos vamos a encontrar y nos hemos encontrado -en lo que llevamos leído- con la bondad, con la ilusión y con los recuerdos. Las protagonistas de la novela (pues son dos), una inglesa, nieta de quien fuera médico inglés en las minas, llega a Rio Tinto en busca de una niña -entonces- a quien su abuelo nombraba en sus cuentos (Blanca o Hada) para que ésta -hoy mujer mayor- le cuente cosas de aquellos otros lejanos tiempos. Y de manos de Elizabeth, y de Blanca o Hada, nos vamos encontrando en el paseo con el paisaje, con las minas, y con el río:

"-Sí que existe, mi abuelo ha estado allí. Y me ha prometido que cuando sea mayor me llevará. Es un sitio que tiene el suelo del color de un pudín de frambuesa, pero es muy distinto porque es sangre, sangre que se ha secado y, después de muchos siglos, se volvió piedra y esas tierras las cruza un río que también es rojo y, como un camaleón, va cambiando de color según los paisajes que atraviesa..."

"-¿Y el suelo, esa tierra... como es?
"Ya lo había visto con sus ojos: rota la superficie, ímpudicamente puestas sus entrañas al descubierto, mostraba vetas azules, manchas violetas, tonalidades naranjas y grises, reflejos amarillos y negros".

"Un río rojo. Bermellón y violáceo. Azafranado en sus orillas. Sin peces. Sin adelfas, sin juncos, sin brizna alguna cercana a su cauce, sin canto de aves junto a sus aguas".




Dejando atrás los paisajes físicos, iremos adentrándonos, en nuestro paseo por el libro, en los recios paisajes humanos, pues recios son los mineros.

Te deseo un buen día.

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